LA ASUNCIÓN DE ZÁRABES, EL ROMÁNICO SALVADO POR EL PUEBLO.
“En la caligrafía esculpida de la arquitectura evocan la idea de desaparecidos dominadores
árabes. […]. El viento cálido rueda con él por la llanura y encontrará pocas
personas: Soria es la provincia más abandonada de
España, la gente se va de allí, no
hay nada que ganar allí”.
Desvío a Santiago. Cees Nooteboom
El 13 de junio fue un día nublado en Soria, pero la temperatura era agradable. Nuestro destino, en este delicioso quehacer que es visitar los templos románicos sin techos, aunque nos cree una sensación de pena por su abandono y desinterés, fue Zárabes.
Ramiro Martínez y Filo Pinilla fueron quienes, con suma amabilidad, nos llevaron en su automóvil e hicieron en esta ocasión de cicerones.
Para llegar a esta localidad, en la que Ramiro nació y su padre fue alcalde, hemos de tomar la N-234 hasta Almenar y atravesar los llanos de Gómara por la SO-340, donde vemos las mieses un tanto disminuidas por una climatología rara. En un momento dado, siguiendo el cartel indicativo, giramos a la izquierda en la carretera y nos introducimos en el monte de Ledesma. Las encinas y los quejigos acompañan al viandante a ambos lados de la carretera SO-P-3112. Cuando salimos del monte se abre a nuestros ojos un paisaje ondulado y amplio, con una carretera zigzagueante, que en absoluto desentona con el paisaje.
Ya en el pueblo, Ramiro nos va enseñando los edificios y lugares que él frecuenta. Lo hace con cariño, con el mismo con el que tres gatos lo siguen allá donde vaya, y con el mismo con que él los acaricia. No reciben menos atención las flores y las plantas que cuida, entre las que sobresalen unas rosas, de las de antes, de las que huelen como antaño, es decir, a rosa.
En el pueblo no había nadie, pero los hubo en su día. Hasta bar y tienda había. Durante el Antiguo Régimen fue tierra de realengo perteneciente al sexmo de Arciel. En el siglo XIX se convirtió en municipio, pero pronto pasó a ser pedanía de Almazul.
El adobe, ese elemento del que ya hemos contado aquí su humildad y fortaleza, es frecuente en casi todos los edificios, ya sean estos viviendas o tainas. Una fachada, para romper la monotonía, ha sido pintada con un mural por Julita Romera dentro del proyecto “Las manos de la Tierra”; ,proyecto que incluye al pueblo en la Línea 1 de la España vaciada. La artista, con sus pinceles, da vida y color a un mundo que a duras penas, resiste frente a los avatares y los olvidos de la modernidad mal entendida.
El pueblo permanece limpio, aseado y digno, esperando que cada 15 de agosto, sus antiguos pobladores o sus descendientes se aproximen desde lugares lejanos para compartir una merienda. Para esas ocasiones, el frontón, por el que luchó su alcaldesa Ángela Martínez, aunque de pequeñas dimensiones, resulta suficiente para jugar a la pelota a mano.
La localidad sigue teniendo agua corriente y luz eléctrica, pero entonces… ¿por qué se despobló? En los años sesenta se llevó a cabo la concentración parcelaria y esto suponía un tamaño mayor de las tierras que cada agricultor debía cultivar, y la necesidad de invertir en una maquinaria cara a la que muchos no podían acceder. Solo dos familias compraron tractores. Muchos emigraron y casi nadie lo hizo a Soria. Su futuro lo encontraron en Zaragoza, Barcelona… en fin, lugares desde donde el regreso no era fácil. La despoblación ha cambiado la función de los edificios: el ayuntamiento es ahora una sala de juegos infantiles para unos niños que ya no están, el horno y la fragua comunales permanecen cerrados, las treinta casas que había en los años sesenta están deshabitadas y la ermita de San Roque, a la que también nos acompañó Ramiro, se encuentra solitaria y desocupada. De ella sustrajeron, hace unos años, la imagen del santo titular, pero los vecinos se esforzaron por conseguir una réplica. La ermita se encuentra hoy consolidada y sus muros abrazados por unos tensores metálicos.
Las ruinas de la parroquial se levantan sobre un pequeño promontorio de conglomerados que domina el callejero del pueblo. Durante la Edad Medía perteneció a la Tierra de Soria y la parroquial de Nuestra Señora de la Asunción diezmaba en la de San Gines de Soria, otra iglesia abierta al cielo. La primitiva iglesia románica de Zárabes debió de ser imponente si nos atenemos a los restos de los muros de la nave que han llegado hasta nuestros días, sobre todo por su altura. Ahora bien, como pasa en muchas de las iglesias románicas rurales, la calidad artística y la fábrica es muy pobre.
En sus 800 años de vida, el inmueble ha sufrido muchos avatares, probablemente, el peor tuvo lugar el 3 de octubre de 1986, cuando, de madrugada, un ruido como de una explosión despertó a los pocos vecinos que había en el pueblo. Se derrumbó la parte norte del crucero sepultando el altar de San Ramón, un cuadro de la Virgen del Carmen, un lienzo de la Virgen de los Milagros y una imagen de San Pascual Bailón. Bajo sus escombros quedaron sepultadas numerosas obras sentimentalmente valiosas; parte de ellas fueron salvadas. Los escombros ocuparon parte de lo que había sido el corral del Concejo, donde se recogían los animales que ese día no trabajaban, y que un pastor sacaba al campo. La vecindad llevaba intentando reparar este muro desde 1984, pero nadie los escuchó. Si entonces se hubiera intervenido, la cabecera no se habría hundido. Nuevamente un ejemplo de lo que no se debe hacer, esto es, pasar por alto las alertas de los vecinos, que son quienes mejor conocen su patrimonio.
Como siempre, cuando se produce un derrumbe o abandono de nuestras iglesias rurales, lo que mejor resiste el paso del tiempo es la fábrica románica. Fue por aquellos años cuando se sustrajo la bocallave forjada, que protegía la cerradura de la iglesia, decorada en la parte superior con una Z. Los antiguos vecinos encargaron una réplica y volvieron a instalarla en la antigua puerta.
La fábrica de la parroquial se modificó a finales del siglo XVII, cuando se derriba la cabecera románica y se levanta una corta cabecera rectangular, con sacristía al sur, y un corto crucero con cuatro arcos torales de medio punto, bóveda de lunetos en los brazos y una gran cúpula sobre trompas o pechinas en el cimborrio. Todo ello a mayor altura que la nave. Además se reformó la parte de los pies con un gran arco rebajado y dos de medio punto de menos luz a los lados, que soportan un coro elevado; el del lado del Evangelio sirve de baptisterio y el de la epístola acoge la escalera que da acceso al coro y al campanario. En esa gran reforma se protegerá la portada con un gran pórtico de tres grandes arcos rebajados y dos alturas. La planta baja con mechinales se apoya en cuatro canzorros que cortaron la chambrana de puntas de diamante. Sobre ella se individualizó un habitáculo que pudo ser troje, pero que en el siglo XX fue utilizado como palomar. Esta planta ocultó, pero preservó, unos 15 canecillos de nacela de la antigua fábrica, perdiéndose la cornisa achaflanada románica. En este espacio y hacia los pies de la iglesia, todavía podemos ver los restos de una ventana o pequeña puerta, hoy tapiada, de arco apuntado que induce a pensar en una fábrica ya del siglo XIII. Al exterior este pórtico se corona con un reloj solar con la fecha de 1694 y dos pequeñas ventanas a ambos lados.
La portada, que estuvo enjalbegada, se limpió y adecuó en las obras de consolidación de 2010. Está alineada con el muro y se compone de cuatro arquivoltas y una chambrana: la primera y la tercera se decoran con pequeño bocel y doble listel; mientras que la segunda y la cuarta se cortan en chaflán. La chambrana exterior se decora con puntas de diamante muy erosionados. Apean las arcuaciones sobre impostas achaflanadas, que apoyan directamente sobre pilastras escalonadas, excepto la que soporta los empujes de la segunda arquivolta, que lo hace sobre dos columnillas acodilladas que han perdido sus fustes, con basas muy erosionadas y capiteles vegetales muy toscos, decorados con palmetas. Estos capiteles son de distinta longitud, siendo más corto el de levante. Toda la portada aparece ligeramente hundida hacia poniente. Aunque el valor artístico de este románico es escaso, para sus habitantes es el fruto del esfuerzo económico y religioso de los que les precedieron, por eso lucharon para salvar lo que sus reducidos recursos les permitieron. Este pequeño pueblo deshabitado es un ejemplo más de la lucha titánica de sus vecinos por conservar lo que heredaron de sus padres, y de que no se pierda lo que tanto trabajo costó.
Hubo también en su día un salón de baile y un teleclub; un salón que, hoy, los “grillos” utilizan para celebraciones, y es allí donde nos despiden Filo y Ramiro con un suculento almuerzo.
BIBLIOGRAFÍA:
- ARCHIVO DIOCESANO DE OSMA-SORIA. Libros de Fábrica de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Zárabes (Soria).
- BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): “Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria”. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.
-HUERTA HUERTA, P.L. (2001b) “El paisaje arquitectónico en la provincia de Soria durante el siglo XIV: la pervivencia de las construcciones románicas”, en El Siglo XIV. El Alba de una nueva Era (Col. “Monografías Universitarias”, 12), Soria. (pp. 171-191)
- MADOZ, Pascual (1846-50): “Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria.” Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid.
- MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo. (1983): "Las comunidades de Villa y Tierra de la extremadura castellana." Madrid. Editora Nacional.
- NUÑO GONZÁLEZ, Jaime (2002): “Zárabes”, en Enciclopedia del Románico en Castilla y León. Soria, vol. III. M.Á. García Guinea y José M.ª Pérez González (dirs.), Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico, pp. 1283-1286.
- PIGUILLEM LLORENS, José María (2.011) “Historia de Zárabes”. Edita Orriols. Balsareny (Barcelona).